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La Fórmula e




     Este año comenzó la “Fórmula e”, campeonato de carros eléctricos, realizado para mostrarle al mundo que ya existen autos veloces y confiables que pueden tener altas prestaciones. Es la propuesta oficial de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA), el organismo responsable de las competencias más importantes del mundo automotriz (como la Fórmula 1 o F1), sobre el futuro del automovilismo.

     Es de esperarse que la FIA, con todo su poderío económico, no escatime en recursos para proyectar la espectacularidad de este campeonato, pero también debemos considerar las implicaciones tecnológicas que trae consigo esta iniciativa. En primer término, se trata de un nuevo concepto de automóvil, en el cual se prescinde de la gasolina (o cualquier otro combustible fósil) como premisa de que más temprano que tarde los vehículos de combustión interna desaparecerían y serían sustituidos por otros alimentados por nuevas tecnologías energéticas.

     Esto no es tan descabellado si consideramos que la F1, la categoría estrella de la FIA, se ha transformado en una especie de “laboratorio de investigación y desarrollo” de tecnologías (en materiales, aerodinámica, motores, cauchos, etc.) que en el corto plazo terminan incorporándose como mejoras en los vehículos comerciales convencionales.

     Por ahora, el monoplaza eléctrico (Spark-Renault SRT_01E), modelo único de esta competencia, puede alcanzar los 225 km/h de velocidad máxima y acelerar de 0 a 100 km en 3 segundos, usando un solo tipo de neumático para todo el campeonato y una única recarga de energía durante cada carrera. Además, no presenta ninguna forma de emisión de contaminantes.


     Entonces, que significa la “e” de la “Fórmula e” ¿Economía? ¿Ecología?... a fin de cuenta, las nuevas tendencias tecnológicas imbrican estos dos conceptos haciéndolos uno solo.

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